jueves, 4 de septiembre de 2008

Comentario que no debe ser

OIGA, ANDRÉS LÓPEZ:

Luego de que Óscar Mario Beteta informara a su audiencia el comentario que se le atribuye a usted en torno al crimen del adolescente Fernando Martí, un instante después, en el corte para comerciales, me confió su fuente informativa, y no me quedó duda.

Pero después me enteré de que también, el sábado en su artículo para el diario Reforma, Jaime Sánchez Susarrey había transcrito de la sección de Cartas a la Redacción de El Universal, el miércoles pasado, la de un lector con la reproducción íntegra y textual de sus palabras: '¡Qué bien, un punto malo para Calderón y un pirrurris menos!'

Dos fuentes diferentes de la misma información me dan la certidumbre de que usted, como pez que es, por su boca va cavando su tumba política. Esas dos fuentes confirman que para usted un adolescente es bueno que se muera si es 'un pirrurris'.

Quisiera una explicación suya que me permita entender cuál fue el delito cometido por Fernando Martí de nacer en una familia rica. ¿Escogió él su destino? No, pero para usted el que ese suceso provocara 'un punto malo a Calderón' y que significara 'un pirrurris menos' debió justificar, incluso, que ese crimen sucediera en la ciudad que usted supuestamente gobernó; y que en el tiempo de su gobierno la ola de crecimiento de la delincuencia fuera tomando las dimensiones del sunami que ahora la azota.

Ayer comenté con Óscar Mario Beteta que a pesar de llevar más de 16 años informando sobre su vida y milagros políticos, lo he hecho como una obligación profesional sin jamás desear para usted algo malo. Pero si a usted no, mucho, mucho menos a mi país que no se merece —estoy perfectamente convencido— un personaje con la mentalidad de usted detentando el poder presidencial. Esta expresión suya sobre el crimen de un chico indefenso es un dato informativo más —que como tal lo uso— para cumplir con mi responsabilidad de mostrarlo a la gente tal como es. Si eso significa para usted la muerte de un chamaco, no quiero que el país llegue a saber lo que le signifique un contingente manifestándose contra alguna acción de su gobierno.

Así pues, siga cumpliendo con su destino de pez; siga muriendo, políticamente, por la boca, para que María de las Heras y otros analistas de la opinión pública nos vayan relatando la crónica estadística del derrumbe de su popularidad.

Leopoldo Mendívil (La Crónica)

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