La Cuaresma tendría que ser un tiempo para “ayunar” alegremente de ciertas cosas y también para “hacer fiesta” de otras. En este tiempo deberíamos:
*Ayunar del juzgar a los demás y festejar que Dios habita en ellos.
*Ayunar de fijarnos siempre en las diferencias y hacer fiesta por lo que nos une en la vida.
*Ayunar de las tinieblas de la tristeza y celebrar la luz.
*Ayunar de pensamientos y palabras enfermizos y alegrarnos con palabras cariñosas y sanadoras.
*Ayunar de desilusiones y festejar la gratitud.
*Ayunar de la rabia y festejar la paciencia santificadora.
*Ayunar de pesimismos, vivir la vida con optimismo como una fiesta continua.
*Ayunar de preocupaciones, quejas y egoísmos; festejar la esperanza y la Divina Providencia.
*Ayunar de prisas y agobios; hacer fiesta en oración continua a la Verdad Eterna.
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